Están pasando de 4.000 a 17.000 empleados en 15 años y duplicando con creces su flota de aviones, con lo que aportan ingentes cantidades de dinero al Estado etíope. Constituyen una luz de esperanza para los habitantes del continente, que durante mucho tiempo han tenido que lidiar con una industria de la aviación fragmentada que mantiene los costes del transporte aéreo mucho más elevados que en Europa o Asia.