En los últimos tres meses, el operativo de extinción de incendios rurales estuvo al máximo de su capacidad, con 12.917 efectivos operativos, 3.062 equipos, 2.833 vehículos y 60 medios aéreos.
En un verano en el que la tasa de sequía fue la más alta desde 2005 y en el que se registraron temperaturas muy elevadas, el riesgo de incendio fue alto, lo que llevó al Gobierno a declarar en julio, por primera vez, una situación de calamidad en todo el continente.
En esta temporada ardieron miles de hectáreas, concretamente en la región de la Serra da Estrela, un incendio que duró 11 días en agosto y consumió más de 28 mil hectáreas, de las cuales unas 22 mil estaban en el parque natural.
El incendio de la Serra da Estrela ya se considera el peor al que se ha enfrentado el país en los últimos cinco años, pero este verano también hubo otros grandes incendios que duraron días y también consumieron miles de hectáreas y causaron grandes daños, como el de Murça (Vila Real) y el de Pombal (Leiria).
En total y desde el 1 de enero, se han declarado 10.155 incendios que han consumido 109.846 hectáreas de bosques, la mayor superficie quemada desde 2017 y el cuarto valor más alto de la última década, después de 2017, 2016, 2013 y 2012.
Muertes
Este verano también está marcado por la muerte de cuatro personas, un piloto de un avión de extinción de incendios, una pareja de ancianos que huyó de las llamas y tuvo un accidente de tráfico y un bombero de Óbidos que falleció por una enfermedad repentina durante la lucha contra el fuego.
Este año han sido detenidas 151 personas por el delito de incendio forestal, más del doble que en 2021, 70 de ellas por la Guardia Nacional Republicana y 81 por la Policía Judicial.