Las previsiones agrícolas apuntaban el 31 de enero a una producción de aceite de oliva de unas 126.000 toneladas (1,37 millones de hectolitros) en la campaña de 2022. A pesar de un descenso del 40% respecto a la campaña anterior, se espera que la campaña del año pasado sea la cuarta más alta de la historia, según revelan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre las previsiones agrícolas para 2022. Estas cifras se registraron en un año con unas condiciones meteorológicas e hidrológicas muy desfavorables.

El descenso de la producción de aceite de oliva será más acusado en el olivar tradicional, según el instituto. La previsión del INE se basa en un conjunto de factores que influyeron en la productividad, como las condiciones climatológicas adversas (altas temperaturas y sequía extrema) y los ataques de langosta y mosca de la fruta (por falta de tratamientos).

Así, la producción de aceite de oliva debería registrar un descenso del 40% respecto a la campaña de 2021 (que alcanzó las 126.000 toneladas), en la que se registró la mayor producción de la historia: 2,29 millones de hectolitros (unas 210.000 toneladas). Según el INE, en general, el aceite de oliva producido "presenta buena calidad, con baja acidez y buenas características organolépticas".


Las lluvias redujeron la superficie de producción de trigo y cebada

Entre octubre de 2022 y enero de 2023 se registraron importantes precipitaciones. Según el INE, el inicio de este año hidrológico resultó ser el tercero más lluvioso de los últimos 25 años. Así, las dificultades experimentadas en la siembra de los cultivos debido al encharcamiento del suelo (y que dificultó la entrada de maquinaria en los campos) provocaron una disminución de la superficie de trigo blando (-15%), trigo duro (-25%), cebada (-5%) y triticale (-10%).

En cuanto a las reservas de agua, a finales de enero el volumen de este recurso almacenado en los principales embalses del país se situaba en el 80% de su capacidad total, porcentaje superior al del mes inmediatamente anterior (77%).

Si consideramos Alqueva (uno de los principales embalses del país), el 31 de enero había un 89% de agua almacenada. Cuatro meses antes, en septiembre, este porcentaje era del 64%.

Por su parte, al final del primer mes del año, también se registró un aumento de la "zona en sequía débil", con especial incidencia en los distritos de Faro, Beja y Setúbal. Esta "sequía débil" se registró en un total del 18% del país. Según el instituto portugués, el contenido de agua en el suelo, en relación con la capacidad de agua que pueden utilizar las plantas, disminuyó en gran parte del territorio.

A pesar de las elevadas precipitaciones de los últimos meses, del aumento de la superficie en sequía débil a finales de enero y de las dificultades para implantar los cultivos y poner la maquinaria sobre el terreno, fue posible recuperar los retrasos agrícolas. El INE asegura que las "condiciones meteorológicas e hidrológicas permitieron recuperar algunos retrasos que se registraban en la poda de viñedos y frutales. Además, también se favoreció el normal desarrollo de la mayoría de los cultivos instalados.