Los investigadores descubrieron que este método podría haber enfriado la ciudad unos 0,8C en 2018, cuando la temperatura media fue de 19,2C, alrededor de 1,6C más de lo habitual de junio a agosto.

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El autor principal, el Dr. Charles Simpson, de la UCL Bartlett School Environment, Energy & Resources, explicó que, si se adoptan de forma generalizada, los tejados refrigerados podrían reducir significativamente la temperatura del aire a nivel del suelo de una ciudad.