La primera prueba de covid que hice me pareció ligeramente irritante y la segunda y la tercera fueron similares. Ahora las cosas han cambiado drásticamente y ya no puedo hacerme la prueba. Justo antes de Navidad estuve en el hospital y tuve que hacerme otra prueba. En el momento en que me metieron el hisopo en la nariz, empecé a resistirme. Al final tuvieron que sujetarme y acabé con la nariz sangrando. Ni los médicos ni las enfermeras me compadecieron. Más bien me consideraron un bebé. En la mayoría de las situaciones tengo un alto umbral de dolor. Soy un pescador retirado y durante mi carrera me he roto costillas, piernas, brazos, he perdido dedos de la mano, me he cortado anzuelos del cuerpo e incluso me he cosido cortes, pero esa prueba de covacha está fuera de mi control.
Fred Steel, por correo electrónico