Los santos Joaquín y Ana son venerados por la Iglesia como padres de la Virgen María. Toda la información sobre los dos santos procede del Evangelio de Santiago, un libro apócrifo del siglo II. Ana, cuyo nombre significa Gracia, fue probablemente informada por un ángel de que se hablaría en todo el mundo de la hija que estaba a punto de concebir.

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En el siglo VI se le dedicó una iglesia en Constantinopla, y a partir de la Edad Media su veneración se hizo muy popular. Joaquín, venerado desde el siglo VI, se representa a menudo enseñando a la pequeña María a leer las Escrituras.