En una entrevista concedida a la agencia de noticias Lusa, cuando cumple un año al frente del CVP, António Saraiva afirmó que se mantiene la tendencia de crecimiento de las solicitudes de ayuda y reveló que, en los últimos tres años, el apoyo a las personas sin hogar y a las víctimas de violencia doméstica es lo que más ha aumentado.

En relación específica con el fenómeno de las personas sin hogar, citó como explicación el aumento generalizado del coste de la vida, que ha provocado que algunas familias ya no puedan hacer frente a todos sus gastos.

"Esto ha atrapado a algunos de los grupos de población más desfavorecidos, a los que, en mi opinión, se añade un número importante de refugiados porque no hay una política de inmigración económica como debería haber", argumentó.

En opinión de António Saraiva, "hay una apertura en una perspectiva excesiva".

"Acabamos encontrando un grupo de personas en la calle a las que tenemos que asistir y ayudar en su integración o, por lo menos, en su colocación en lugares más dignos", dijo, poniendo como ejemplo el trabajo que la Cruz Roja viene realizando junto con el Ayuntamiento de Lisboa en la orientación de las personas sin hogar que viven en la zona de Anjos.

Según el presidente del CVP, actualmente hay "un número de personas viviendo en la calle que antes no era tan grande", ya sea por situaciones de vulnerabilidad social o por casos de "refugiados engañados por empresarios".

Para António Saraiva, está claro que "Portugal sin inmigración se cierra", pero, al mismo tiempo que defendió la necesidad de la inmigración, también apoyó las políticas de inmigración económica, dirigidas "fundamentalmente a aquellos que tienen situaciones esclarecidas".

"Una política de inmigración en sus orígenes, con campañas", señaló, recordando una feria de empleo celebrada en Cabo Verde, todavía durante el Gobierno de António Costa, con el objetivo de "atraer trabajadores con condiciones y empleo garantizado".

Criticó que esta política terminara "de forma abrupta", señalando que este tipo de medidas necesitaban un tiempo de transición y que su fin era la razón de la necesidad de "normas que necesariamente tienen que ser más estrictas".

También consideró que debe haber reglas y criterios claros, "que todo el mundo conozca y que todo el mundo cumpla", debidamente publicitados tanto para los que vienen como para los que los acogen.