Se trata de medicamentos, preparados y sustancias basados en la planta de la marihuana que se utilizan con fines medicinales. Estas sustancias deben ser recetadas por médicos y vendidas en farmacias.

Toda la cadena de producción, desde el cultivo hasta la preparación y distribución, está controlada para garantizar la calidad y seguridad de los productos.

El uso de la marihuana con fines medicinales está limitado a un conjunto de afecciones médicas (enfermedades y otros efectos secundarios), definidas por la ley. Sin embargo, sólo es posible cuando los tratamientos convencionales no han surtido efecto o han tenido efectos adversos relevantes.

La marihuana con fines medicinales está controlada en todas sus fases, desde la producción hasta la distribución.

La marihuana con fines recreativos es una droga ilegal sin ningún tipo de control legal en su producción y distribución, por lo que los productos adquiridos de forma no regulada suelen estar contaminados con pesticidas, metales pesados, microorganismos o incluso mezclados con otras sustancias.

Otro factor que distingue a la marihuana medicinal de la recreativa es la proporción de tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD), dos sustancias presentes en la planta Cannabis sativa L (nombre científico de la especie más utilizada). El THC, al ser el componente más embriagador y psicoactivo de la marihuana, es el más utilizado con fines recreativos. Debido a su efecto sobre el sistema nervioso central, su consumo no regulado puede provocar cambios en las funciones cognitivas y de comportamiento.

Las sustancias que se encuentran en la planta Cannabis sativa L. son similares a los endocannabinoides que existen en el cuerpo humano y actúan sobre los receptores del sistema nervioso central, contribuyendo a funciones como el control del dolor y los procesos metabólicos, inmunológicos e inflamatorios.

Dadas estas similitudes, los científicos han sentido curiosidad por saber si los cannabinoides derivados de esta planta (fitocannabinoides) podrían "imitar" a los endocannabinoides e intervenir en estos procesos.

Se han realizado y se siguen realizando estudios para evaluar la eficacia de los medicamentos cannabinoides en afecciones como la epilepsia, los efectos secundarios de la quimioterapia (náuseas y vómitos), la pérdida de peso y apetito en personas con sida o enfermos de cáncer, el dolor crónico y los síntomas de la esclerosis múltiple.

La marihuana medicinal sólo puede ser recetada por un médico en los casos en que los tratamientos convencionales no hayan dado resultado o hayan causado efectos adversos importantes.

La ley también limita las situaciones en las que los médicos pueden utilizar el cannabis con fines terapéuticos:

- Espasticidad asociada a la esclerosis múltiple o a lesiones de la médula espinal;

- Náuseas y vómitos derivados de la quimioterapia, la radioterapia y la terapia combinada de medicamentos contra el VIH y la hepatitis C;

- Estimulación del apetito en cuidados paliativos para pacientes con SIDA o sometidos a tratamientos oncológicos;

- Dolor crónico asociado a enfermedades oncológicas o del sistema nervioso, como dolor neuropático causado por lesiones nerviosas, dolor del miembro fantasma, neuralgia del trigémino o tras herpes zóster;

- Síndrome de Tourette;

- Epilepsia y tratamiento de trastornos convulsivos graves en la infancia, como los síndromes de Dravet y Lennox-Gastaut;

- Glaucoma resistente a la terapia.

Al igual que otras terapias, la marihuana medicinal también tiene efectos secundarios, por lo que su uso debe reservarse para casos en los que los beneficios superen los riesgos. Algunos de los efectos secundarios asociados a los medicamentos, preparados o sustancias son: cansancio, mareos, somnolencia, cambios en el apetito, palpitaciones, hipertensión, sequedad de boca, visión borrosa, ansiedad, confusión, cambios en la memoria o en el equilibrio, entre otros.

Para más información, póngase en contacto con el Grupo HPA Saude en el (+351) 282 420 400.