Los que tenemos edad suficiente para haber participado en la inmensa tragedia de la Segunda Guerra Mundial podemos tener la voluntad y la fuerza corporal para prestar toda nuestra atención a los dos minutos de silencio que se guardarán en los cenotafios, tumbas y monumentos conmemorativos a la undécima hora del undécimo día del undécimo mes.

El Armisticio así conmemorado puso fin a los horrores de un conflicto anterior que asoló Europa de 1914 a 1918 y cambió por completo los mapas sociales, políticos y económicos de más de veinte naciones implicadas.

Veinte años después, los dictadores, los terroristas y los de su calaña gritaban "Havoc and let slip their wolves so that death and destruction became so in use mothers did but smile when they behold their infants quartered by the hands of war" (Shakespeare: Julio César).

En el holocausto europeo de 1939 a 1945 perecieron al menos veinte millones de almas y muchas más quedaron lisiadas mental y físicamente; mientras que en Oriente esta cifra se superó durante los conflictos que se extendieron desde Japón a Corea y Vietnam.

Ahora, en el siglo XXI, esas valientes y esperanzadoras palabras de intención pacífica siguen siendo pronunciadas por quienes temen que la belicosidad de los imperialistas estadounidenses desencadene conflictos regionales y conduzca a una catástrofe mundial de mayor magnitud que la Primera y la Segunda Guerra Mundial.En este sentido, no es la guerra tradicional la que amenaza nuestra propia existencia, sino la nueva psicopatía cibernética de una era digital en la que una oligarquía de élite ayudada por la Inteligencia Artificial tiene el potencial de seducir corazones y mentes mediante la difusión de una propaganda de desinformación y datos falsos.

¿Cuántos guardarán los dos minutos de silencio 108 años después de una casi calamidad histórica?

¿Quién tendrá el valor de desafiar la maldad que impulsa a las tropas del mal?

Para que no lo olvidemos.

por Roberto Cavaleiro Tomar 08 noviembre, 2024