"Todo empezó como un proyecto universitario, nos pidieron que encontráramos un problema público en Lisboa, y nuestro equipo se interesó por un aspecto medioambiental", explicaron a The Portugal News. El grupo está formado por cuatro miembros, Hannah Potschka, Alexandra Miu, Giulia Rosa y Charlotte Dawson-Townsend, de veintipocos años, procedentes de Alemania, Italia, Suiza, Estados Unidos y Rumanía.

"Nos dimos cuenta de que hay una enorme cantidad de vasos de un solo uso que se tiran en la calle y al final de la noche delante de las discotecas. Mucha gente compra bebidas en un establecimiento y se va a otro, así es como acaban en la calle: simplemente se tiran", explicó Giulia.

Hannah Potschka, Alexandra Miu, Giulia Rosa y Charlotte Dawson-Townsend

Sistemas de depósito

La investigación para el proyecto comenzó en septiembre del año pasado y continuó hasta enero, cuando se propuso una solución. "Hemos estado trabajando con ZERO, una de las mayores organizaciones medioambientales de Portugal, para comprender mejor los retos. Nos remitieron a un experto y hablamos de los sistemas de depósito, ya que otro colega y yo procedemos de países donde son la norma", relata Hannah.

"Pensamos que sería una buena idea introducir un sistema de depósito en la zona de la calle Rosa", explica el equipo, "porque los establecimientos están tan cerca unos de otros que podríamos implicar en el sistema a múltiples partes interesadas".

Una vez formulada la idea, ZERO puso al equipo en contacto con Ecoceno, una empresa emergente especializada en envases reutilizables. Ecoceno se ofreció a proporcionar un contenedor de devolución inteligente situado fuera de los establecimientos donde los clientes pudieran devolver sus vasos a cambio del dinero de su depósito.

Tras este avance, empezaron a contactar con distintos bares y clubes de la zona. "Hablamos con 35 establecimientos y seguimos en estrecho contacto con muchos de ellos para ponerlo en marcha. Es un sistema complejo el que estamos intentando poner en marcha, y toda la organización que hay detrás es complicada, pero estamos empezando a ver resultados", comparte Hannah.

Perseverancia

"Sortear la burocracia es todo un reto, pero estamos trabajando con la parroquia para obtener la autorización que nos permita implantar los contenedores inteligentes. Es un proceso lento que depende de muchas partes interesadas", añadieron, describiendo algunos de los retos que han tenido que sortear.

"Gestionar las distintas relaciones que hemos establecido y ser el intermediario entre todas las partes interesadas lleva mucho tiempo", prosigue Giulia. "Tenemos un calendario fijo, en el que tenemos que calcular cuánto durará cada interacción. A menudo se tardaba más de lo previsto, lo que repercutía en el calendario del proyecto".

A pesar de los contratiempos, sin embargo, el sentimiento hacia el proyecto es en general positivo. "El ayuntamiento y la parroquia llevan tiempo trabajando en este tema, intentaron algo hace unos años pero no era adecuado a largo plazo", explican. "Esperamos que nuestra solución sea sostenible a largo plazo. También intentamos utilizar vasos ya producidos".

Tanto el equipo de estudiantes como el ayuntamiento esperan que el proyecto marque una diferencia positiva en la zona de la calle Rosa, ya que, debido a su proximidad al río Tajo, es importante proteger el medio ambiente.

"Ha sido emocionante trabajar con múltiples partes interesadas y acercar este proyecto a su realización en un breve plazo de tiempo", expresaron. "Nunca pensamos que llegaríamos tan lejos".

"No ver todas esas tazas en el suelo sería un gran logro. Si todos trabajamos juntos, podemos llegar lejos", concluyeron. "La cooperación de las múltiples partes interesadas, Ecoceno, bares y clubes, clientes, parroquia y municipio, tienen el potencial de inspirar un gran cambio".


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Kate Sreenarong