En una investigación internacional, investigadores del Centro de Ciencias del Mar(CCMAR) de la Universidad del Algarve(UAlg) utilizaron bolsas de té como herramienta para medir el ritmo de descomposición de la materia orgánica. Para evaluar la capacidad de los humedales de secuestrar carbono en el suelo, un equipo mundial de investigadores enterró 19.000 bolsas de té verde y rooibos en 180 humedales de 28 países.
Investigadores del CCMAR y la UALg utilizaron la técnica de las bolsas de té en Ría Formosa, una laguna costera conocida por su gran biodiversidad y su importancia ecológica en el distrito de Faro. Las praderas marinas intermareales (franjas de tierra costera situadas entre los niveles medios de marea alta y baja), las salinas bajas y las praderas de "caulerpa prolifera", una especie de alga verde, son los tres tipos de hábitats de la Ría Formosa en los que los investigadores enterraron 120 bolsitas.
Aunque puedan parecer una herramienta extraña para cuantificar este hecho, las bolsas son "un método probado para medir la liberación de carbono del suelo a la atmósfera", según se menciona en un comunicado. Según Carmen Santos, investigadora del CCMAR, "Ria Formosa ofrece un excelente laboratorio natural para entender cómo la temperatura y las características del ecosistema influyen en el almacenamiento de carbono". Es la primera vez que se utilizan bolsas de té en estudios a largo plazo y a gran escala.
Como se menciona en el estudio, las temperaturas más elevadas provocaron una descomposición más rápida de la materia orgánica, lo que se tradujo en una menor conservación del carbono en el suelo, actuando los dos tés de forma diferente. "En el caso del té rooibos, más difícil de degradar, no importaba dónde estuviera: las temperaturas más altas siempre provocaban una mayor descomposición, lo que indicaba que el tipo de carbono que normalmente esperaríamos que durara más en el suelo era vulnerable a las temperaturas más altas", explicó la investigadora y autora principal del estudio Stacey Trevathan-Tackett, del Real Instituto de Tecnología de Melbourne (Australia). Y añadió: "A medida que subían las temperaturas, las bolsas de té verde se descomponían a ritmos diferentes según el tipo de humedal: era más rápido en los humedales de agua dulce, pero más lento en los de manglares y pastos marinos".