Esto incluirá el fin del controvertido programa portugués Golden Visa y la prohibición de nuevas licencias para alquileres vacacionales a corto plazo, como Airbnb. El programa Golden Visa ha estado ayudando a los nuevos compradores extranjeros de propiedades, pero Portugal sigue siendo uno de los países más pobres de Europa Occidental, con los precios de la vivienda y el alquiler por las nubes.
En 2022, más del 50% de los trabajadores ganaban menos de 1.000 euros al mes. Al mismo tiempo, el coste de los alquileres se disparó un 37% sólo en Lisboa. La semana pasada, el Primer Ministro Antonio Costa anunció que Portugal "eliminará la emisión de nuevos visados de oro", en una rueda de prensa en Lisboa. Los compradores inmobiliarios extranjeros con visados de oro en vigor que deseen renovarlos no podrán optar a ellos a menos que las propiedades que posean las utilicen como vivienda propia o las pongan en el mercado de alquiler a largo plazo.
La era del Visado de Oro
Los Golden Visas se originaron en 2011 tras un rescate del Fondo Monetario Internacional y la UE. En aquel momento se diseñó para reforzar las finanzas públicas del país, y funcionó, con 6.800 millones de euros (7.300 millones de dólares) recaudados por el país desde entonces. Alrededor del 90% se invirtió en el sector inmobiliario.
El Visado de Oro se ha hecho cada vez más popular entre los inversores estadounidenses, mientras que casi la mitad de los 11.628 permisos de residencia concedidos al amparo del programa fueron a parar a ciudadanos chinos.
Otros países de Europa y del mundo han adoptado variaciones del Golden Visa, como Canadá, España, Grecia y Estados Unidos. Actualmente, los candidatos al Golden Visa deben realizar una inversión inmobiliaria mínima de 350.000 euros, transferir 1,5 millones de euros o crear al menos 10 puestos de trabajo en Portugal.
Críticas al régimen
A pesar de su popularidad internacional, el régimen ha sido objeto de críticas por parte de los políticos portugueses, que han criticado su impacto en el mercado inmobiliario. El argumento contra el programa es que está disparando los precios inmobiliarios, dejando a muchos residentes portugueses sin poder permitirse una vivienda. También preocupa el riesgo potencial de blanqueo de dinero y evasión fiscal por parte de compradores internacionales.
Portugal vive actualmente un mercado inmobiliario en efervescencia, unido a unos salarios bajos, y durante años los portugueses han tenido dificultades para pagar el alquiler o comprar propiedades, mientras las políticas del gobierno fomentaban la inversión de extranjeros ricos. El problema se ha visto agravado por la tasa de inflación portuguesa, del 8,3%. El Primer Ministro ha llegado a decir que este problema afecta ahora a todas las familias portuguesas, y no sólo a las de menores ingresos.
El fin de una era
Mientras que los Visados de Oro ayudaron a fomentar la inversión extranjera en Portugal cuando se necesitaba desesperadamente hace una década, el porcentaje de operaciones inmobiliarias que actualmente representan los Visados de Oro es considerablemente inferior. El pasado mes de noviembre, el Primer Ministro Costa empezó a dar indicios de que se estaba estudiando la posibilidad de poner fin al régimen, cuando declaró que el programa de Visados de Oro "ya no está justificado". Al mismo tiempo, su administración empezó a imponer restricciones a las compras y permisos de propiedades excluidas en Lisboa y otras ciudades, donde los precios de la vivienda habían alcanzado al parecer los 3.805 euros por metro cuadrado. Esto es más del doble que en 2015.
¿Un final justificado?
Planes como el Golden Visa suelen tener éxito hasta que la oposición alcanza una masa crítica. Cuando los que se oponen a un plan llegan a considerar que las consecuencias negativas son mayores que los beneficios potenciales.
Parece que Portugal ha llegado a este punto, y los políticos están deseando abandonar el sistema y librarse de las asociaciones negativas que conlleva. Es discutible que el régimen sea el verdadero responsable de la situación actual del mercado inmobiliario. Aunque no cabe duda de que los Golden Visas han influido en el mercado inmobiliario, sería más realista afirmar que no se puede responsabilizar a ningún factor por sí solo.
El Gobierno está sometido a presión para que cumpla sus promesas en materia de vivienda asequible. Las promesas anteriores establecían el objetivo de que todas las familias portuguesas tuvieran una vivienda asequible y de calidad en 2024. El fin del programa Visado de Oro significará el fin de los pasaportes de la UE ofrecidos a ciudadanos extracomunitarios a cambio de inversiones en la economía portuguesa. Aunque no está claro cuándo entrarán en vigor estas nuevas medidas, cuyo valor ronda los 900 millones de euros (962,19 millones de dólares), Costa ha indicado que algunas se aprobarán en marzo, mientras que otras deberán ser votadas por los legisladores.
Los alojamientos turísticos también se verán limitados por estas nuevas medidas, con nuevas licencias para Airbnb y se prohibirán otros alojamientos turísticos, excepto en zonas urbanas. Costa también ha indicado que alquilará directamente las casas vacías a los propietarios y las pondrá en el mercado de alquiler.
Los nómadas digitales permanecen
Aunque la era de la Golden Visa puede estar llegando a su fin, todavía no hemos visto el final de las oportunidades de visado para extranjeros. De hecho, mientras sigan en vigor otros programas como el Visado para Nómadas Digitales, es poco probable que estos cambios en el Golden Visa desencadenen el tipo de cambio necesario para ver a todas las familias en hogares de calidad el año que viene. Con el Visado para Nómadas Digitales, los extranjeros que disfrutan de elevados ingresos mensuales por trabajo a distancia pueden vivir y trabajar en Portugal sin pagar impuestos locales.
Es probable que haya que introducir mecanismos adicionales, como incentivos fiscales del Gobierno para que los propietarios conviertan las propiedades turísticas en viviendas dedicadas a inquilinos locales.
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