"El hecho es que, en esta situación, tenemos que cuidar del futuro, y un equipamiento como este tarda en construirse y es desde esta perspectiva que continuamos con el proyecto, que viene de atrás, de la desalinizadora del Algarve", afirmó Maria da Graça Carvalho.

En su respuesta a los diputados, la responsable gubernamental afirmó que este tipo de equipamiento debe ser el "último recurso", enumerando las prioridades en esta materia: ahorrar agua, tener menos pérdidas, reutilizar el agua, aprovechar las infraestructuras existentes y aumentar la capacidad existente.

"Y sólo si todo esto no es suficiente se debería apostar por un tipo de desalinizadora, por varias razones", destacó Maria da Graça Carvalho, señalando los impactos ambientales inherentes a estos equipos, así como su elevado coste, que "alguien tiene que pagar".

Incluso con un ahorro de agua de entre el 10% y el 20% en los últimos meses, el Algarve se encuentra "ya en un régimen de escasez permanente de agua", destacó la ministra de Medio Ambiente, añadiendo que España cuenta con cerca de 700 de estos aparatos, pero "no todos funcionan bien", mientras que Malta resolvió su problema de escasez de agua con esta solución.

La construcción de una desalinizadora en el municipio de Albufeira, cuyo valor base es de 90 millones de euros, es una de las medidas de respuesta a la sequía que afecta a la región sur de Portugal, estando previsto que el equipamiento tenga una capacidad inicial de conversión de agua del mar en potable de 16 hectómetros cúbicos.

Según Águas do Algarve, la empresa responsable del abastecimiento de agua en la región, que se encarga de la gestión de infraestructuras como presas o Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales, está previsto que las obras concluyan a finales de 2026.

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