La isla más pequeña de las Azores vuelve a contar con tejedores en activo que recuperan la historia de la tejeduría, extinguida desde 1969, con la ayuda del Ecomuseo de Corvo. El pueblo corvina se basó en la tejeduría durante años, y Deolinda Estêvão, directora del Ecomuseo de Corvo, ha destacado la importancia de que este oficio siga siendo reconocido como patrimonio cultural inmaterial.

Según la directora del Ecomuseo, "antiguamente se producían prendas utilitarias e incluso el foro, el impuesto, se pagaba a la corona en tela. Cada año había que pagar a la corona unos 880 metros de lana". Desde 2022, el espacio museístico crea actividades de recogida y formación de la comunidad en el marco del plan de actividades. En la isla se producían prendas de abrigo y se perfeccionaba el oficio, que continuó hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando se produjo el último "Día de la Lana" y se dejó de tejer.

Como la lana utilizada en la fabricación no procede de la isla, sino que se obtiene en la región de Serra da Estrela, la producción consiste ahora en pequeñas piezas que se venden localmente.


Actualmente, sólo hay un criador de ovejas en la isla. Según el director del Ecomuseo, éste es crucial, ya que es "el catalizador para que la comunidad vuelva a apropiarse de estos procesos".

"Es un hito histórico porque la tejeduría se extinguió en la isla en 1969. Después de 55 años, volvemos a tener la tejeduría viva y podemos decir que vuelve a formar parte del patrimonio inmaterial de Corvo", subrayó Deolinda Estêvão, quien añadió además: "No nos cabe duda de que han revitalizado un saber extinto, que pertenecía a la memoria colectiva de la comunidad, para transformarlo en patrimonio inmaterial. Ahora tenemos dos tejedoras activas que están produciendo pequeñas piezas de artesanía".