Un cerebro que envejece es menos capaz de percibir sensaciones, procesar información, crear y almacenar recuerdos y aprender, ya que algunas neuronas mueren debido al envejecimiento normal, una enfermedad o una lesión.

Sin embargo, mantener un cerebro sano mediante ejercicio físico y mental, así como tratamientos médicos, puede mejorar la vida en edades avanzadas. La educación, los retos sensoriales, los rompecabezas cognitivos y los ejercicios para mejorar el flujo sanguíneo, el equilibrio y la masa muscular ayudan al órgano más importante del cuerpo. Aprenda cómo cambian nuestros sentidos a medida que envejecemos.

Visión y oído

Los ojos y los oídos son los que más sufren con el paso de los años. Casi todas las personas mayores de 55 años necesitan lentes correctoras, al menos a tiempo parcial. Algunos estudios han descubierto que los problemas de visión en las personas mayores están asociados al deterioro mental. La razón no está clara, pero la lógica sugiere que el deterioro de la visión en la lectura y la coordinación mano-ojo puede limitar la capacidad de hacer ejercicios de fortalecimiento cerebral.

La audición también empeora, y la capacidad de oír sonidos agudos es la primera en desaparecer.

Olfato y gusto

El olfato y el gusto están estrechamente relacionados y, a partir de los 50 años, ambos empiezan a disminuir gradualmente. Las membranas que recubren la nariz se vuelven más finas y secas, y los nervios responsables del olfato se deterioran. Las personas mayores pueden detectar olores fuertes, pero detectar olores sutiles es más difícil.
Con la edad, también disminuye el número de papilas gustativas y las que quedan se vuelven menos sensibles. Estos cambios tienden a reducir la capacidad de percibir el sabor dulce y salado más que el ácido y amargo. Por lo tanto, algunos alimentos pueden saber amargos.

Debido a la disminución del olfato y el gusto con la edad, muchos alimentos pueden parecer insípidos. La boca tiende a secarse con más frecuencia, lo que reduce aún más la capacidad de degustar sabores. Además, muchas personas mayores padecen enfermedades o toman medicamentos que contribuyen a la sequedad bucal. Debido a estos cambios, las personas mayores pueden comer menos, lo que puede llevarles a situaciones de riesgo nutricional.

Memoria

El envejecimiento debilita la memoria. La degradación normal de la memoria afecta tanto a los acontecimientos pasados recientes como a los lejanos. Las personas mayores también pierden parte de la memoria de trabajo, el "escritorio mental" que les permite retener y manipular información durante unos segundos.

Un cerebro anciano puede intentar forzarse a recordar información incierta recurriendo a los lóbulos frontales para ayudar a la memoria, pero los escáneres PET revelan que les cuesta más activarlos. Sin embargo, hay formas prácticas de combatir la pérdida de memoria, entre ellas el ejercicio físico.

Curiosamente, el ejercicio aeróbico parece un poco mejor para la memoria verbal, y el entrenamiento con pesas un poco mejor para la memoria asociativa, es decir, la capacidad de recordar cosas en contexto.

A pesar del deterioro gradual de nuestros sentidos a medida que envejecemos, salvo por la disminución de la velocidad de procesamiento, un cerebro maduro y sano rinde tan bien como uno más joven en cualquier tarea que requiera planificar, analizar y organizar información. Algunas áreas de la capacidad mental incluso aumentan con la edad. Por ejemplo, en ausencia de enfermedad, un cerebro mayor tiene más vocabulario y habilidades lingüísticas más finas.
Y he aquí algo que merece toda nuestra atención: las personas mayores optimistas viven más que las pesimistas.

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