Mientras que los elevados ingresos fiscales durante la recuperación post-Covid-19 permitieron al gobierno tomar medidas para amortiguar el impacto de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, el último Estudio Económico de la OCDE sobre Portugal afirma que el apoyo debe ahora reducirse y dirigirse a aquellos que no están suficientemente cubiertos por el sistema general de protección social.
En términos más generales, será necesario un gasto público más eficiente para contrarrestar las presiones sobre el gasto derivadas del envejecimiento de la población, seguir reduciendo la deuda pública y crear espacio fiscal para la considerable inversión pública necesaria para impulsar las transiciones ecológica y digital. Invertir en innovación y en la cualificación de la mano de obra contribuiría a aumentar la productividad, lo que será clave para el crecimiento futuro dado el rápido descenso de la población en edad de trabajar.
Tras una fuerte recuperación, con un crecimiento del PIB del 6,7% en 2022, el Estudio considera que el crecimiento del PIB de Portugal disminuirá al 2,5% en 2023 y al 1,5% en 2024, en un contexto de menor confianza de los consumidores y las empresas, elevada inflación y aumento de los costes de financiación.
Los fondos de la UE son fundamentales
Con unas condiciones financieras restrictivas y una elevada incertidumbre que frenan la inversión privada, el Estudio afirma que los fondos de la UE serán fundamentales para impulsar la inversión pública. El Plan Nacional para la Recuperación y la Resiliencia (PRR) de Portugal y la Estrategia Portugal 2030 prevén reformas estructurales en la administración pública, la sanidad, la educación y la competencia con el fin de eliminar los obstáculos al crecimiento y facilitar las inversiones en un crecimiento ecológico y digitalizado. Sin embargo, el éxito de la aplicación de estos planes requerirá una acción política decisiva y una administración pública eficaz.
El Estudio recomienda a Portugal que tome medidas para reforzar su marco presupuestario y reevalúe sistemáticamente sus prioridades de gasto mediante revisiones y evaluaciones, para garantizar el mejor equilibrio entre el gasto en, por ejemplo, programas sociales y la inversión en infraestructuras, educación y sanidad. El aumento de la productividad debería ser otra prioridad, sobre todo reduciendo los obstáculos a la entrada en sectores en los que la competencia es escasa, como el comercio minorista y los servicios profesionales, mediante la racionalización de la normativa.
Presiones sanitarias
El PRR incluye inversiones para mejorar la eficiencia y la capacidad de respuesta del sistema sanitario. Se prevén reformas para pasar de un sistema sanitario público basado principalmente en los hospitales a otro que integre mejor la atención primaria, comunitaria y a largo plazo. Aunque los resultados del sector sanitario son globalmente buenos -la esperanza de vida se mantiene por encima de la media de la OCDE-, Portugal se beneficiaría de la mejora del acceso y la calidad de la asistencia. El sistema sanitario se enfrenta a la creciente presión del envejecimiento de la población y necesita hacer frente a un legado de falta de inversión, escasez de personal y largas listas de espera, que se acumularon durante la pandemia.
La Encuesta recomienda tomar medidas para que la gestión de los presupuestos y los recursos humanos sea más eficiente. Reforzar la atención primaria y las medidas de prevención debería ser una prioridad urgente. Por último, ampliar el número de médicos generalistas y racionalizar los distintos sistemas de pago de los centros de atención primaria mejoraría tanto el acceso como la calidad.