Mi perro Jake es ciego, pero no nació ciego, y esta historia podría tranquilizar a cualquiera que tenga un perro que esté perdiendo la vista, o incluso a alguien que quizás se haga cargo de un perro que ya es ciego.
Era un cachorro normal que vino de un centro de rescate, de padres desconocidos, pero que tiene el aspecto de un cruce de labrador y deurcher. Crecía y crecía, tenía una energía ilimitada, y un típico paseo al campo de fútbol local incluía que uno de nosotros le soltara la correa, donde volvía atronado hacia el otro, con las orejas aplastadas, la lengua fuera de una sonrisa tonta, y ¡ay de tus rodillas si te ponías en su camino! Su mayor placer era romper cajas para conseguir una golosina, o destrozar juguetes blandos para perros sólo porque sí.
Algo va mal
Nos dimos cuenta de que algo iba mal cuando empezó a chocar con las cosas, por ejemplo, cuando salía con la correa no se daba cuenta de que la puerta estaba abierta y se estrellaba contra ella, mientras que antes esperaba pacientemente a que se abriera. Se interesó menos por sus juguetes, y con unas patas muy fuertes casi volaba a la cama antes, pero luego no parecía tan entusiasmado, prefiriendo "olfatear" alrededor de la cama.
No parecía ciego y seguía teniendo unos preciosos ojos de color marrón intenso, pero una visita al veterinario y una posterior cita con un "oftalmólogo canino" confirmaron que tenía atrofia progresiva de retina, una enfermedad genética que habría heredado de uno o ambos padres, y que también tendría cataratas: un doble golpe, aunque cuando las cataratas aparecieron, ya estaba ciego.
Ahora tiene 13 años, y lleva ciego unos 5 años, y ha superado dos mudanzas en ese tiempo. Rápidamente traza un mapa mental de su entorno y es capaz de orientarse tanto en el interior de la casa como en el jardín, que está vallado, al igual que la piscina. Ha desarrollado un curioso "paso de ganso" con las patas delanteras para enfrentarse a los escalones que sabe que van a subir, ¡sólo que lo inicia varios pasos antes de alcanzarlos! En ocasiones pierde la noción de dónde está -el jardín es bastante grande- y se sienta y ladra de vez en cuando hasta que alguien viene a rescatarlo para ponerlo de nuevo en el camino.
Otros sentidos
Sigue contando con otros sentidos, como el olfato, el tacto y el oído, que se han agudizado para compensar la falta de vista. Responde al ruido de la comida en el cuenco y sigue disfrutando comiendo. Le cogemos por el collar y le colocamos el hocico encima de la comida para que la huela bien, pero sabe que está ahí y está ansioso por engullirla antes de que otro perro la vea. Duerme mucho, a veces con los ojos abiertos, lo cual es un poco espeluznante, pero aparentemente es bastante normal.
Si su perro es ciego, se recomienda que intente no cambiar el plano del piso, ya que habrá programado mentalmente su ruta. Las esquinas afiladas de los muebles a prueba de perros y las alfombras con diferentes texturas le ayudarán a reconocer dónde está a través de sus patas. Mantenga siempre su comida y su agua en el mismo lugar, y un bebedero tipo fuente que haga circular el agua constantemente es práctico para un perro ciego debido a la asociación con el ruido. Tener la televisión o la radio encendidas en una habitación concreta ayuda, y los juguetes que chirrían o hacen algún tipo de ruido son especialmente gratificantes para el tiempo de juego. Háblale y tócale suavemente para que no se asuste.
A Jake le siguen gustando las caricias y disfruta de los paseos, aunque estos sean un poco más tranquilos, ya que quiere detenerse a olfatear cada brizna de hierba. Sabe cuál de las tres camas es la suya, y sigue subiéndose al sofá cuando puede para echarse una siesta.
Marilyn writes regularly for The Portugal News, and has lived in the Algarve for some years. A dog-lover, she has lived in Ireland, UK, Bermuda and the Isle of Man.