"La Dieta Mediterránea es más que una dieta, es una forma de vida que valora los alimentos frescos, locales y tradicionales, en la que el vino bebido con moderación se integra a esta forma de vida", destacó José Manuel Fernandes.

En el mensaje, transmitido en el auditorio de la Comisión de Coordinación y Desarrollo Regional Centro (CCDRC), el responsable gubernamental consideró que, desde 2010, con el reconocimiento de la Dieta Mediterránea como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, "el consumo moderado de vino ha ganado aún más relevancia, siendo valorado como parte de un estilo de vida saludable".

Para la titular de la cartera de Agricultura y Pesca, la Dieta Mediterránea no es sólo alimentación, es también "un elemento cultural que proporciona interacción social y piedra angular de las costumbres y celebraciones sociales" de los pueblos.

"Es también conocimiento, tradición, herencia, compartir y celebración - brindar con una copa de vino de forma responsable forma parte de nuestra identidad como pueblos de la Unión Europea y de esta región", reiteró José Manuel Fernandes, que también hizo un llamamiento al consumo moderado de carne, pescado y productos lácteos.

El responsable gubernamental asoció la Dieta Mediterránea con una mejor calidad de vida, especialmente en términos de salud mental, y que su concepto se presenta como "un excelente modelo de sostenibilidad" para el territorio nacional.

Destacando que el sector agrícola portugués es la base de la Dieta Mediterránea, José Manuel Fernandes resaltó que cultivos como "la viña y el vino, el olivar y el aceite de oliva, las frutas y hortalizas, son ejemplos de capacidad estratégica, dinámica, inversión económica, innovación, capacidad tecnológica y sostenibilidad medioambiental".

"Al igual que la agricultura, la Dieta Mediterránea es cultura, patrimonio, tradición, moderación y equilibrio, siendo la que mejor balance tiene en índices de salud y es patrimonio de la UNESCO", mantuvo la ministra.

El pan, el aceite de oliva y el vino son tres de los principales ingredientes de la dieta mediterránea, que apunta al elevado consumo de productos vegetales en detrimento del consumo de alimentos de origen animal.