Portugal pasó de un sistema opt-in a un opt-out en la década de 1900. Hasta 1993, una persona que quisiera ser donante debía comunicarlo al Ministerio de Sanidad mediante consentimiento expreso. En 1993, la legislación portuguesa se modificó para permitir el consentimiento presunto en virtud del artículo nº. 10 de la Ley nº 12/93, de 22 de abril, que establece que "se consideran potenciales donantes post mortem todos los ciudadanos nacionales y los apátridas y extranjeros residentes en Portugal que no hayan comunicado su condición de no donantes al Ministerio de Sanidad".

Consentimiento tácito

La siguiente pregunta es, inevitablemente, ¿cómo puedo excluirme de la donación de órganos en Portugal si no deseo ser donante de órganos? En Portugal, la donación se realiza por "silencio-consentimiento". Si no ha dicho nada, se supone que ha dado su consentimiento. Quien desee oponerse a la donación de órganos debe manifestar su desacuerdo inscribiéndose en el RENNDA (Registro Nacional de No Donantes). Salvo consentimiento de la persona implicada, está prohibido revelar la identidad del donante o receptor del órgano o tejido.

La exclusión voluntaria no es sencilla, como es lógico. La inscripción se realiza mediante la presentación, por el interesado o quien le represente, en cualquier centro sanitario de un formulario del Ministerio de Sanidad, aprobado por Orden Normativa núm. 700/94, de 1 de octubre. La dirección web es https://www.ipst.pt/index.php/pt/rennda

La recepción del formulario se confirma con la entrega inmediata de una copia acreditativa de la entrada del formulario en los servicios, firmada de forma legible por el empleado o agente responsable. La inscripción en RENNDA surte efecto cuatro días laborables después de la recepción del formulario.

¿Debo optar por no participar?

La demanda de órganos supera con creces la oferta, lo que provoca largas listas de espera y muertes evitables. Las políticas de exclusión aumentan los índices de donación.

Las políticas de exclusión hacen de la donación la opción por defecto, lo que significa que se supone que las personas dan su consentimiento a la donación a menos que la rechacen explícitamente. Se ha demostrado que este planteamiento aumenta significativamente las tasas de donación. Por ejemplo, en Bélgica, donde se introdujo una política de exclusión voluntaria en 1986, la tasa de donación es de más de 30 por millón de habitantes, frente a sólo 22 por millón en Portugal. Las políticas de exclusión voluntaria también reducen la carga de las familias a la hora de tomar decisiones sobre la donación, ya que la opción por defecto es donar. Esto puede aliviar el estrés y la carga emocional de las familias en un momento difícil. La donación de órganos puede salvar vidas y mejorar la salud. Una encuesta reciente reveló que el 60% de los encuestados desconocía que Portugal había adoptado un sistema de exclusión voluntaria.

Curiosamente, Portugal colabora estrechamente con España en la localización de órganos adecuados. No se preocupe, si recibe un órgano de España, no se despertará después de la operación hablando español.

Portugal es líder europeo en trasplantes

Portugal se ha convertido en uno de los países con mayor tasa de donación de órganos por millón de habitantes; en 2009, se consideraba el segundo país europeo con mayor tasa de donación. Datos más recientes son difíciles de localizar, entre 2016 y 2018, el número de donantes post-mortem se mantuvo constante, pero fue mayor que en 2011.

Conocimiento sobre el concepto de muerte encefálica

Las personas con potencial de ser donantes tras su muerte habrán fallecido en el hospital. El fallecimiento debe producirse en un hospital, para garantizar la correcta extracción de los órganos y la realización de las pruebas necesarias para la correcta valoración de cada potencial donante. En concreto, la muerte cerebral debe ser constatada por cirujanos debidamente cualificados.

La excepción es la donación en vida, quizá a un hijo o familiar. En el caso de la donación en vida, ésta puede producirse si se cumplen las condiciones y requisitos definidos en la legislación portuguesa. El donante debe ser mayor de edad y gozar de buena salud física y mental.

Los equipos médicos de las unidades de trasplante con programa de donante vivo son los responsables de evaluar al donante vivo, garantizando sus derechos, libertad de decisión, voluntariedad, gratuidad y altruismo. Cada caso tiene sus particularidades, se recomienda consultar con la unidad de trasplantes para resolver cualquier duda sobre el proceso de donación en vida.

Un estudio reciente entre estudiantes de medicina reveló que el 93% comprendía correctamente el concepto de muerte cerebral, afirmando correctamente que ésta se produce cuando el cerebro carece de funcionalidad, aunque el corazón siga latiendo mediante soporte vital artificial. Sin embargo, sólo el 64% era consciente de que las personas diagnosticadas de muerte cerebral irreversible pero que siguen manteniéndose con soporte vital artificial son potenciales donantes de órganos post mortem.

¿Y usted?

Es importante saber que la mayoría de los posibles donantes de órganos son jóvenes, pero pueden serlo personas de todas las edades. Uno de los donantes de órganos de más edad de Estados Unidos, Carlton, tenía 92 años. Fue donante de hígado y salvó la vida de una mujer de 69 años. No es de extrañar que el número de personas aptas para donar órganos disminuyera drásticamente tras la obligatoriedad del casco de motociclista. Usted puede sacar sus propias conclusiones de este hecho.

Si está convencido de que no desea donar órganos después de su muerte, no parta de la base de que la edad podría excluirle. Esto es algo que pocos nos tomamos en serio, pero quizá deberíamos hacerlo.

No está nada claro si se pedirá el consentimiento a los familiares en caso de que la persona sea apta y no se haya inscrito para "excluirse" La ley dice: "Se consideran posibles donantes post mortem todos los ciudadanos nacionales, apátridas y residentes en Portugal que no hayan manifestado su condición de no donantes al Ministerio de Sanidad".


Author

Resident in Portugal for 50 years, publishing and writing about Portugal since 1977. Privileged to have seen, firsthand, Portugal progress from a dictatorship (1974) into a stable democracy. 

Paul Luckman